Mi lealtad al kirchnerismo, a Néstor y a Cristina me llevó a la cárcel, 1.000 días preso por haber sido uno de los constructores, junto a Carlos Kunkel, a Aníbal Fernández, de esta identidad tan fuerte que es el kirchnerismo y que la construimos desde la hora cero, cuando éramos un puñadito. Hoy son todos kirchneristas, hoy algunos te miran con desprecio y te dicen: “¿vos quién sos?” Bueno, una vez me enojé con alguien, con un joven que me maltrató, lo agarré del cuello y le dije: “Mirá pendejo de mierda, en el kirchnerismo yo soy el General Quiroga, ¿entendés? Estuve en todas las batallas, en las más difíciles, cuando a Néstor lo querían echar todos los días, ahí estuvimos poniendo el pecho”. La verdad, esperamos el martes a las 14 horas con mucha ansiedad para darle un abrazo a todos/as y para que juntos trabajemos ya en la calle para derrotar el lawfare. En la Argentina con lawfare, no hay República y no hay democracia. Necesitamos recuperar, reconformar poder popular para poder salir adelante.
La experiencia en la cárcel es durísima, saben lo que es una Navidad, un Fin de Año, el día de tu cumpleaños, muy duro. Son los 1.000 días más amargos de toda mi vida. Yo no estoy preso ni por corrupto, ni por chorro, como pretende hacer creer algún diario, yo estoy preso porque asesinaron a Martín Cisneros. Y sabés qué Carlitos Dimare, me gustaría que esta editorial cierre con la canción de Teresa Parodi, dedicada a Martín Cisneros. El día que asesinaron a Martín Cisneros, dirigente social del barrio La Boca, siendo diputado de la provincia de Buenos Aires, me puse a la cabeza de la protesta social; 17 años después por pedido expreso, según el cable 1.222 de Wikileaks, la ex embajadora de los Estados Unidos, Vilma Socorro Martínez, le pedía a Macri mi detención. Y Macri le decía: “falta poco para que sea presidente, cuando sea presidente, D’Elía va preso”. Está escrito esto, y está emitido por el Departamento de Estado en los 200.000 cables que serán propios. Yo soy un preso político con certificado de preso político. Estuve preso 1.000 días por orden de los Estados Unidos en mi país. Algún día se tendrá que terminar este oprobio y bueno, la historia tendrá que ordenarse.
¿Cómo vivo esa situación? Con un enorme orgullo, algo le hicimos al gringo ladrón para que tenga tanto deseo de terminar conmigo. Pero quiero decirle al Imperialismo norteamericano que no me quebraron, no pudieron quebrarme. Salgo de la cárcel al frente de una movilización para inaugurar una fábrica de alimentos congelados. Salgo entero y ojalá a las 14 horas me puedan sacar la pulsera arriba de un escenario. Diciéndoles no pudieron quebrarme, acá estamos más enteros que nunca. Con unas ganas enormes de continuar la lucha, la lucha por construir una Patria soberana, justa, libre e independiente.
Quiero decirle a Martín Cisneros, agradecerle a Martín que desde el cielo me cuidó, me protegió, me ayudó. Muchas veces le recé a él. Que la sangre de Martín ayude a construir el tiempo nuevo que todos nos merecemos. ¡Un abrazo grande a todas y todos carajo! ¡Qué ganas de darles un abrazo el martes a las 14 horas acá en Isidro Casanova, cuando se abran las puertas de la libertad!
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