Les pido que tengan paciencia y lo escuchemos juntos que después vamos a tratar de hacer una síntesis. “Muchas veces nos gusta decir, en mis tiempos, en mi época, como marcando diferencias con el presente. ¿Y los tiempos de Jesús cómo fueron? ¿Fueron tranquilos, fueron agitados? Parece que la época que le tocó vivir a Jesús, estuvo marcada por protestas sociales, por revueltas campesinas y por sublevaciones políticas, algunas muy cerca de donde vivía Jesús. Bueno, tenemos que decir que ninguno de estos movimientos rebeldes tuvo éxito. La represión de los Romanos fue brutal porque eran, de hecho, los dueños de todo.
Jesús desde su infancia creció en ese escenario de protestas y disturbios contra el poder del Imperio Romano. Jesús era niño aún y la capital de Galilea, su provincia, se llamaba Séforis, que quedaba solamente a 6 kilómetros de Nazaret, su pueblo. Allí en Séforis, un tal Judas asaltó el Palacio Real de la ciudad, se apoderó de las armas que estaban allí y se proclamó Rey de Israel.
En otra provincia, la provincia de Perea, un ex esclavo de Herodes que se llamaba Simón, juntó gente y prendió fuego uno de los Palacios que tenía Herodes en Jericó y también se proclamó Rey. Al sur de Judea, un campesino que era pastor de nombre Atroges, con sus cuatro hermanos, tomó toda la Región. Hay que decir que todos estos líderes fueron apoyados por la gente, fueron muy populares, porque en realidad lograron reavivar la esperanza de un Rey Mesías que vendría a liberar al Pueblo de la opresión extranjera. Y además aparecieron motines por todas partes configurando un ambiente de mucha Rebelión.
¿Y los Romanos que hicieron? El general Publio Varo, se vino con tres legiones, eran 15.000 soldados y marchó contra los revoltosos. Primero fue a Perea y aplastó el movimiento de Simón, luego fue a Judea y crucificó a más de 2.000 sublevados cerca de Jerusalén. Y de allí se fue al Norte a Galilea, la tierra de Jesús, aprendió y mató a Judas, el líder de la revuelta; prendió fuego y destruyó toda la ciudad, que era la capital de Galilea y vendió a los habitantes como esclavos.
¿Tenían apoyo estos movimientos? Bueno, la gran cantidad de soldados utilizados por el General Varo, indica el apoyo popular de los rebeldes y a esta campaña se la conoció como la “Guerra de Varo”. Más adelante, siendo Jesús adolescente, surgió una segunda oleada de violencia y nuevamente el centro fue Galilea. Allí surgió Judas, el galileo que defendía el no pago de los impuestos porque el dueño de la tierra era Dios y no había derecho de cobrar esos impuestos. Fue perseguido, atrapado y muerto sin contemplaciones. Otro movimiento popular de otro tipo fue el de Juan Bautista, tanta gente lo seguía que Herodes tenía miedo de ponerlo preso teniendo un levantamiento popular.
¿Y Jesús, qué camino eligió? Parece que buscó otra vía, la del Reino de Dios, como decía él, pensando que la transformación social tan esperada, se produciría si las personas se ocupaban con amor del sufrimiento ajeno. Por eso, mostró una gran preocupación por el sufrimiento y la marginación. Los Evangelios lo muestran sanando enfermos, dando de comer, resucitando a los muertos, procurando la justicia social, pero Jesús no era un benefactor como a veces conocemos nosotros. Reunió a un grupo de resistencia, hombres y mujeres luchando por una sociedad más humana, más fraterna, más justa y para todos, con aquella consigna famosa “los últimos serán los primeros”.
Para cambiar al mundo prefirió recurrir a una fuerza imposible de detener que es la fuerza del amor y aunque acabó crucificado como aquellos 2.000 galileos, su movimiento se expandió por todo el Imperio. Hoy también aparecen muchas recetas para mejorar, para cambiar esta sociedad. Pero la propuesta de Dios parece que sigue siendo la misma, ocuparse del sufrimiento del Pueblo, comenzando por los últimos”.
Bueno, ustedes dirán que raro vino Luis hoy. Claro, porque a veces hay que reflexionar de dónde vienen estas disyuntivas Pueblo-Oligarquía, “Imperio-Nación” y vienen desde el fondo de la historia. Pareciera que es la pelea más profunda entre el bien y el mal. El bien que expresan aquellos que quieren un mundo para todos, un mundo solidario, donde a nadie le falte nada y donde reine el amor y la igualdad. Y están los otros, los que quieren, en nombre de la libertad y en nombre de sus mezquinos intereses. Y en eso la oligarquía y el imperio se dan la mano, allá hace 2.000 años y se dan la mano hoy.
La brutal caída de los Regímenes de ultraderecha en Chile, en Bolivia, en Perú, en Brasil y en Colombia impuesta por los Estados Unidos. Cuando alguien impone algo, no es sólo por la vía de las armas. Ante este reflujo tan rápido que en sólo 4 años han construido los Pueblos latinoamericanos, aparecen ellos, aparece el gringo norteamericano operando con su aparato poderosísimo en Nicaragua, operando en Cuba, operando en Venezuela. Ahí están ellos, los gringos. El gringo utiliza un instrumento brutal que es el bloqueo, el bloqueo financiero, el bloqueo económico que no permite que fluyan los recursos. En Cuba hace 60 años que bloquean la isla estos tipos. Hace 60 años que el gringo ladrón juega al bloqueo, el mismo bloqueo que hoy le aplican a Venezuela.
Por eso, coincido con la idea de Alberto Fernández cuando dice, miren yo no sé bien qué es lo que está pasando en algunos lugares, lo único que sé es que el punto de partida nunca puede ser el bloqueo y ese es un buen lugar para empezar a reflexionar. Que nadie se sienta tan importante, ¿no? que nadie se sienta tan fundamental, que todos nos sintamos Pueblo, que todos nos sintamos parte de una historia que hay que mejorar y construir entre todos.
Por eso, es importante tener las antenas paradas. Ojalá que la salida de la pandemia no sean las balas, no sea la guerra, ojalá que la salida de la pandemia no sea de nuevo la crueldad del Imperio. Ese Imperio que flagela, que persigue, que hace tanto daño. El Imperio Romano, hace 2.000 años es esto, es el Imperio Norteamericano hoy, la misma cabeza, la misma maldad, los mismos métodos, el mismo corazón, no seamos parte de eso nunca.
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