jueves, julio 01, 2021

EDITORIAL DE LUIS D’ELÍA: HOMENAJE AL GRAL. JUAN D. PERÓN A 47 AÑOS DE SU PASO A LA ETERNIDAD.

Hoy se cumplen 47 años del paso a la eternidad de uno de los más inmensos líderes argentinos, el General Juan Domingo Perón. Algunos prefieren recorrer el camino de la teoría política para recordarlo, sinceramente, no es mi caso.  Prefiero apelar a la memoria, ir al fondo de mi historia y chequear qué es el peronismo para mí, qué es Perón para mi. 

Mi viejo y mi vieja estuvieron el 17 de octubre de 1945 en la Plaza de Mayo. Mi viejita tenía apenas 17 años, había nacido en el ‘28 sino me equivoco y durante la Década Infame había tenido tuberculosis producto de la miseria y el hambre que vivió la clase trabajadora. Hija de un republicano anarquista, pasó esa década en las condiciones más duras; ella sabía leer y escribir, tenía tan sólo 3º Grado. Mi viejo, Luis D’Elía padre, fue de la mano de mi mamá, ellos vivían en los conventillos del barrio San Cristóbal, a pocas cuadras de la Plaza de Mayo y, muy pibes, muy de novios, recordaron ese día a lo largo de toda la vida. Esos fueron parte de los relatos infantiles. 

Mis viejos vivieron con dolor los bombardeos a la Plaza de Mayo; la pelea con la oligarquía, el intento del gople del ‘51 de Menéndez y Lanusse; la destitución; lo que había significado Eva. Mi mamá siempre contaba, alguna vez ya lo conté acá, cómo había conocido a Evita. Mi vieja aprendió el oficio de modista sastre en la Fundación Eva Perón, y alguna vez fue a pedirle una máquina de coser a Evita, estaba en la fila, la atendió, le dijo volvé la semana que viene, donde está hoy la Facultad de Ingeniería, calle Paseo Colón. A la semana siguiente entró Evita con todo el séquito, vio a mi viejita en la escalera y le dijo, a vos galleguita, te conseguí la máquina de coser. Ese es el peronismo para mí. Es mi vieja, mi viejo. 

Las pintadas clandestinas durante la resistencia. El viejo que salía de laburar e iban a pintar por las calles “Perón Vuelve” con los compañeros o la noche que mataron a Aramburu, en la calle Batalla de Carabobo, donde nací en San Justo, todos los vecinos hicieron un asado en la calle. Y mis ojos de pibe no podían comprender cómo se hacía un asado porque mataron a un tipo, claro ese tipo era Aramburu, el golpista contra Perón, el asesino de los bombardeos, el responsable de los asinamientos de José León Suarez, era eso. 

El día que murió Perón yo era un pibe, que laburaba de aprendiz en una fábrica de cepillos. A la 13:15 horas Radio Nacional, comunicó la muerte de Perón, y en el taller se hizo un silencio sepulcral, todos apagamos las máquinas, nos fuimos a cambiar en silencio al vestuario, nos dimos un abrazo y todos fuimos, a de uno u otra manera, al velorio, a las exequias. 

El Peronismo es un fenómeno difícil de explicar fuera de la Argentina, es un fenómeno muy propio de nuestro país. Casi ningún país de América Latina tuvo grandes procesos de inclusión masiva y de justicia social como generó el peronismo en la Argentina, con una independencia de criterios a la hora de pararse en el Consejo de las Naciones. 

También debo decir que, en nombre del Peronismo, se hicieron las más grandes tropelías; en nombre del Peronismo tuvimos a López Rega, a Menem; en nombre del Peronismo, tenemos hoy a los Pichettos y personajes por el estilo que pujan para tirarnos a la cancha neoliberal conservadora y retroceder el reloj de la historia 25 años. 

Dependerá de nosotros, que el kirchnerismo, que para mí es el peronismo del siglo XXI, siga instalado en la historia como salida de conjunto por la igualdad, por la equidad, por la democracia económica. La soberanía política, la independencia económica y la justicia social  son las banderas que Perón trajo para que brillen para siempre en el cielo de los argentinos y argentinas. El peronismo no es concertación, el peronismo será Revolucionario, dijo Evita, o no será nada. 


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