Este mundo que vivimos, tan convulsionado, tan cruzado por la pandemia, por la guerra y por las tensiones en distintos lugares del planeta, nada tiene que ver con el mundo de hace 20 años. Ah aparecido en el escenario mundial un fenómeno nuevo -que voy a poner un número arbitrario porque no lo tengo, pero estoy seguro que a la hora de mensurarlo anda por ahí- en donde unas 200 familias, que son los buitres financieros, se han transformado en la casta superior del capitalismo mundial.
Y estos sueñan con ser los amos del mundo, ni siquiera tienen en su consideración a los Estados Nación y a las democracias; es más creo que estos tipos no quieren nunca más Estados Nación, ni democracia. Quieren ser de verdad amos del mundo. Estos son de naturaleza neoliberal enfrentados inclusive a las derechas conservadoras en el mundo. Esas derechas que, por ejemplo, en la Argentina con la “Generación del ‘80” crearon el Estado, la Universidad, la Escuela Pública, el Hospital Público. Ellos quieren todo el poder, quieren ser los amos del mundo y la pelea está entre esos buitres financieros internacionales y aquellos que apostamos por el mandato, la visión, la prédica, el magisterio de Francisco.
La disyuntiva de hierro en el mundo de hoy es entre la voracidad de los buitres financieros internacionales o el mundo de la concordia que privilegia la igualdad, el cuidado del medio ambiente, de lucha contra el hambre, que integra, que homogeneiza a las poblaciones del mundo a la hora de pensar el futuro. Uno tiene que ver de qué lado está.
En Argentina tenemos 70 años de lucha distributiva. Perón, desde el año ‘52, tuvo 63% de inflación, sacó una ley contra el “Agio y Especulación”, transformó en delito el aumento injustificado de los precios. Finalmente, logró llevar la inflación a cero en el ‘55 y todo terminó en un golpe de Estado y en un exilio de 18 años.
A lo largo de 70 años la lucha contra la inflación, la lucha por la distribución de la renta y la riqueza nacional estuvo detrás de todos los golpes de Estado y estuvo detrás del genocidio. Entonces, hoy estamos en un momento en el cual la Argentina, el planeta debe preguntarse, como se preguntó Perón en el ‘73. Perón quería concertar el progreso, el desarrollo, la reindustrialización, la justicia social, la igualdad entre todos los sectores. Claro, nosotros (digo nosotros, en cuanto y en tanto, generación política. Yo era un pendejo de 17 y 18 años. Es más allá de afiliaciones) Nosotros le contestamos al proyecto integrador de los argentinos de Perón matando a Rucci y abriendo las puertas del infierno.
Hoy quizás, si volvemos a recorrer el camino de la intolerancia, el camino de la ruptura, el camino de la grieta volvamos a cometer los mismos errores. Hoy tenemos la suerte de que Alberto Fernández, además buen tipo y de ser un tipo que no es un ladrón, es un extremista del diálogo y la concertación en un momento espectacular para la Argentina. En un momento en que se abren tres o cuatro años increíbles. El Grupo de los Siete (G-7) acaba de citar a Alberto Fernández porque Argentina se ha transformado en un proveedor estratégico de petróleo, de gas, de alimentos, de litio de hidrógeno verde. Y el G-7 le está diciendo: en vez de venderle solo a España y Alemania porque no nos vendes a todos. Y esto abre las puertas, junto al precio de los commodities que es increíble, a tres o cuatro años de altísimos ingresos en la Argentina.
Creo que tenemos una oportunidad espectacular de tratar de sentarnos en una mesa y acordar un modelo de desarrollo, de industrialización con justicia social. ¿Cómo hacemos para que los que puedan ganar plata la ganen y que no haya un solo pobre en la Argentina? Pero sentados en una mesa dialogando entre todos los sectores. Alberto puede ser la garantía del Estado.
Por eso, yo entiendo los ataques de Juntos por el Cambio, entiendo los ataques de la izquierda trotskista, lo que no entiendo son los ataques de adentro. Los ataques de Cristina, de Máximo, de La Cámpora, eso no lo entiendo. Lo dije y se enojaron mucho. No me importa porque mi objetivo no es hacerlos enojar sino poner las cosas en debate. No volvamos a matar a Rucci y no caigamos en el chiquitaje de decir: “¿cómo comparas aquel episodio con este? Son cagadas históricas que abren el camino a derrotas espectaculares, no lo hagamos más.
Miren, quién les habla, yo que he sido toda mi vida uno de los decanos de la pelea y de la confrontación; estuve en las Comunidades Eclesiales de Base que juntaban el método del análisis marxista con la teología de la liberación; estuve en las tomas de tierras; estuve en la fundación del movimiento piquetero; en las calles de la Argentina contra el modelo neoliberal conservador; estuve en las centrales de trabajadores; estuve en todos lados acompañando a Kirchner desde el minuto cero. El único preso político al cual Estados Unidos, vía cable 1222 de WikiLeaks, dijo a este lo queremos preso. Bueno, este tipo duro, jodido, luchador hoy les dice hay que sentarse a hablar. Hay que sentar a todos los actores, a todas las partes.
Ojalá que todos los argentinos nos demos la posibilidad de concertar la posibilidad de construir un proyecto común. ¿Saben de qué tengo ganas? De ir a sentarme un día a charlar con Roca, con Pagani, con los dueños de la Argentina, que vayamos todos y que podamos hablar y que hablemos todo el tiempo que sea necesario hasta que nos entendamos y nos demos cuenta que este país, inmensamente rico, saqueado tantas veces puede ser profundamente feliz. Les agradezco a todos esta posibilidad y son las cosas que hoy están en lo más profundo de mi corazón y creo que si las seguimos vamos a un destino espectacular, el destino que nos merecemos; el destino que soñaron nuestros padres fundadores, nuestros abuelos, nuestros viejos y, en definitiva, el que le queremos dejar a nuestros hijos. Abrazo grande.
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